La autora aborda la posibilidad de que la persona imputada tenga la carga de aportar al proceso pruebas demostrativas de su inocencia. Al respecto, sostiene que no es correcto afirmar que la prueba de ciertos hechos esté a cargo de la acusada, pero tampoco que su inactividad resulte indiferente para el resultado del juicio. En este sentido, afirma que parte de la discusión existente sobre este asunto proviene de las confusiones que genera la noción de carga de la prueba y, para precisarla, propone analizarla desde tres perspectivas: procesal o probatoria, sistémica y comparada y epistemológica. A partir de ello, concluye que si bien la noción de carga de la prueba no tiene un contenido procesal o probatorio autónomo, sí puede reflejar que la posibilidad de que la persona imputada obtenga resultados probatorios favorables (pese a su inactividad) sea más o menos compatible con el tipo de sistema procesal subyacente y con las condiciones del contexto de justificación en el que se desenvuelve la prueba. Así, concluye que muchas de las discusiones que genera la carga de la prueba podrían superarse si se conceptualizara la aportación de pruebas como un auténtico interés de la persona acusada en el proceso penal.

Universidad Torcuato Di Tella